Como todo buen gamer, comprar un juego no se toma a la ligera. Gastar esos, normalmente 60 dólares, comprando un juego de lanzamiento o esperando de manera agonizante hasta que este entre en “sale” lleva consigo todo un mini proceso de investigación: Ver trailers, reviews o incluso gameplays. La cantidad de títulos de relevancia que son lanzados mes tras mes en el mercado tampoco ayuda ya que la toma de decisión a veces se vuelve una tortura a menos de que estés seguro que juego quieres adquirir.
Con Ni no Kuni: La ira de la Bruja Blanca me ocurrió completamente lo contrario. Sin saber prácticamente nada de este título y solo guiándome por su portada y el texto en la parte de atrás de la caja, decidí invertir mi dinero y llevármelo a casa. Todavía no se que pensaba en ese momento, pero probablemente fue uno de los mejores riesgos que he tomado al momento de comprar un juego.
A pesar de un duro comienzo donde solo llegue a jugar unas 3 horas antes de abandonarlo por un tiempo (debo de admitir que fue por su alto nivel de dificultad, algo que no buscaba en ese momento), lo retomé y fuí testigo de uno de los mejores JRPG que he tenido el privilegio de jugar.
Este título es una colaboración maestra entre Level-5, desarrolladores de títulos como: Dark Cloud, Inazuma Eleven y la saga de Yokai Watch; y Studio Ghibli, culpables de obra maestras de la animación como: El viaje de Chihiro y Princesa Mononoke. Con tales nombres en la mesa, la vara se situaba muy alta y Ni no Kuni cumplió con creces.
Una historia entretenida, animación de envidiar, gameplay fantástico y una banda sonora original volvieron a Ni no Kuni: La Ira de La Bruja Blanca en una joya para el ya casi olvidado PlayStation 3. 7 años después, Level-5 trae de vuelta esta franquicia con el tan esperado Ni no Kuni II: El renacer de un reino que, aunque suene como una secuela directa, se siente más como un juego aparte en este gran universo.
La historia empieza muchos años después de la primera entrega donde el pequeño Evan Pettiwhisker Tildrum, heredero al reino de Ding Dong Dell, tras la muerte de su padre, ve usurpado su trono y con la ayuda de un compañero inesperado, Roland, un presidente en nuestro mundo que fue transportado de manera mágica a la tierra fantástica de Ni no Kuni, logra escapar de un seguro asesinato.
Exiliado de su tierra natal y con la ayuda de Roland y la pirata del cielo Tani, una aliada que conocerá después, Evan se embarca en una travesía para poder fundar su propio reino, un reino donde, en sus palabras, “todos puedan ser felices”.
A través de la historia y a pesar de su “look” infantil, Ni no Kuni II explora temas complejos como la división social, el abuso de poder y la búsqueda de volver al mundo un mejor lugar, pero lamentablemente todos estos temas se quedan cortos debido al poco enfoque y desarrollo que hay en los personajes y sus convicciones, algo que se espera de un JRPG y que tenía de sobra su precuela.
Incluso arcos que en un comienzo se veían muy interesantes como saber que había ocurrido con Roland y el porqué de su mágica aparición en el mundo de Evan pierden importancia ya que ni él mismo se lo cuestiona hasta ya muy entrados en los eventos de Ni no Kuni II. Este simplemente aparece y se vuelve el consejero del joven Tildrum en el transcurso de los primeros 15 minutos del juego.
A pesar de que esta vez Studio Ghibli abandonó el barco, la animación del juego se mantiene constante e incluso mejora con su debut en el PlayStation 4. Colores vibrantes y un perfecto uso del estilo “cell-shaded” llena tanto a los personajes como al mundo de Ni no Kuni II de vida. Te sorprenderás mientras descubres su amplio mapa y la geografía que este conlleva.
Las ciudades que visitarás son la joya de la corona en este aspecto. La imaginación y el tiempo que le dedicó Level-5 a cada una de estas ciudades es de admirar. No solo porque estas se ven increíbles y llenas de identidad propia, sino porque tanto sus habitantes como el contexto en el que viven se sienten reales y maravillosos, desde tierras donde todas las decisiones se toman con el lanzamiento de dados hasta ciudades donde todo es controlado por un amenazante ojo gigante que me recordó fuertemente al Señor de los Anillos. Visitar uno por uno estos sitios es tan entretenido y de cierta forma tan adictivo que evitarán que apagues la consola por un buen rato.
Lamentablemente en esta ocasión se abandonó las escenas completamente animadas que sí estaban presentes en el anterior título, optando por mantener las escenas con el mismo estilo cell-shaded del juego. No hace mucha diferencia, pero es algo que se extraña, sobre todo para los que jugaron La ira de la bruja blanca.
Lo que sí opaca la caracterización de los personajes y se siente desde el minuto uno es las pocas escenas con diálogos hablados, en especial con algunos personajes cuya voz y manera de hablar son parte de su identidad. Las escenas donde hay que leer los diálogos son predominantes y le quitan mucho a sus personajes.
Ni no Kuni II mantiene un mundo abierto al cual entrarás en versión “chibi”. Este contiene enemigos, tesoros y las distintas ciudades o terrenos donde la cámara se tornará en tercera persona al acceder, los controles manteniéndose iguales. Las batallas, sin embargo, toman un giro inesperado en cuanto a su precuela, cual combinaba un estilo de pelea entre Pokémon, donde se capturaban criaturas que progresivamente evolucionaban, y un RPG de Acción.
Esta nueva entrega da paso a un nuevo modo de pelea que se enfoca principalmente en ser un RPG de Acción al estilo de Kingdom Hearts o Tales of Berseria. Las peleas en Ni no Kuni II son rápidas, entretenidas y en total un disfrute. Una notable mejora sobre el título anterior, ahora cada personaje tiene la capacidad de portar 3 armas y la habilidad de tener 4 poderes mágicos distintos.
Algo que me sorprendió positivamente fue que normalmente en este tipo de JRPG’s se utiliza al personaje principal, en este caso sería Evan, y los miembros del grupo o party funcionan como miembros de apoyo. En esta ocasión no; todos los personajes son completamente usables y depende de ti a cual quieras utilizar.
Los Higgledies son pequeñas criaturas que se suman a las batallas de Ni no Kuni como manera de apoyo. Son muy parecidos a los Pikmin. Estas adorables criaturas te siguen por el campo de batalla y cuando se juntan puedes activar sus poderes con solo un botón, los cuales van desde recuperar tu vida como atacar de manera continua a tus enemigos.
Se puede equipar 3 equipos de Higgledies por batalla y ya depende del jugador decidir qué estrategia usar. Los Higgledies llevan los combates de Ni no Kuni a otro nivel, sobre todo cuando hay que enfrentarse a los jefes más complicados ya que estos pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Créanme, en un juego como Ni no Kuni no querrás morir muy seguido.
Dos nuevas modalidades que se agregaron en esta ocasión son el de crear tu reino y el de Skirmish. El primero es un creador de ciudad impecable que le agrega un nuevo espectro a la franquicia. Yendo de la mano con la historia del juego, este modo conlleva reclutar ciudadanos y construir poco el gran reino que Evan quiere formar llamado Evermore. Es aquí donde se encuentran la fuente de los side quests del juego. Ni no Kuni siempre brilla con side quests relevantes y entretenidos que te recompensarán con mejoras para nuevo reino.
Skirmish te deja tomar el control de tropas en una versión de juego de estrategia al tratar de expandir tu reino. Este modo se basa casi en un estilo de piedra, papel o tijera donde los tres tipos de tropas tienen sus debilidades y fortalezas. Este modalidad de juego es el menos relevante del título, pero se agradece su inclusión y es un bonito cambio de ritmo en ocasiones.
Ni no Kuni II reinventa la fórmula de la franquicia y, a pesar de tener una historia sencilla y hasta cierto punto un flojo desarrollo de personajes, sus grandes mejoras en el aspecto visual, pero sobre todo en el gameplay y también la inclusión de nuevos modos de juegos, hacen de esta entrega un digno sucesor y deja el camino abierto para nuevas entregas en este no tan conocido pero maravilloso mundo de Ni no Kuni.
