Con tantos juegos espectaculares en el mercado es difícil poner en un ranking los mejores juegos que he jugado en mi vida. Tengo muchos títulos favoritos y series en general. Pero si pudiese recomendar solo 1 juego, a cualquier tipo de persona, sería Journey.
Journey es un juego que no es para todos, pero que sin embargo todos deberían jugar. Dura aproximadamente entre 1 hora y media a 2 horas y es mejor pasarlo de una sola sentada. Este juego se aprovecha mejor al jugarlo con audífonos y sin ni una distracción.
La nueva versión de PS4 no tiene nada de diferente a la de PS3. El único cambio es que el juego ahora corre a 60 cuadros por segundo y es presentado en 1080p.
El juego es de aventura en tercera persona. En él controlaremos a un misterioso personaje vestido con una especie de poncho con capucha. Sin ningún contexto, el personaje aparece en medio del desierto, totalmente solo. Lo único que veremos, luego de caminar un poco, es una montaña gigantesca con una grieta en el medio. ¿Nuestro objetivo? Simple: Llegar a la montaña.
Con controles muy simples te mueves, saltas y haces un llamado. Al hacer este llamado emites una especie de pulso y un símbolo extraño aparece por encima de tu cabeza. Este pulso será tu herramienta principal para resolver algunos de los problemas que encontraremos durante el juego.
Al avanzar por el desierto el personaje se topará con un pedazo de tela flotante. Esta tela se fusionará con el personaje, creando una especie de chalina. Durante todo el juego podremos encontrar varios puntos cómo este donde podremos extender el tamaño de la chalina. Esta nos sirve básicamente para flotar. Mientras más larga la chalina, más tiempo podremos estar en el aire. Con un total de 21 pedazos de tela, parte del atractivo del juego es buscar cada uno de estos. Si logras recolectar todos habrá una sorpresa a la hora de conseguir el último.
A primera vista el juego parece de mundo abierto, sin aparentes muros que te limiten por donde caminar, pero la verdad es que Journey es un juego lineal y guiado. De una manera muy sutil siempre sabrás a donde ir y es imposible perderte. Esto no quiere decir que no puedas explorar, de hecho el juego te invita a hacerlo encontrando sorpresas en el camino.
En el desierto nos toparemos con estructuras y ruinas extrañas. Ciertas ruinas cuentan con murales que narran de cierto modo una historia. Si bien la historia no está contada claramente, es trabajo del jugador unir las piezas y de alguna manera interpretar lo que ha pasado en este lugar. Al pasar cada área tendremos también unas pequeñas cinemáticas mudas que de alguna manera explican diferentes eventos. Toda la historia en general es muy interesante y cada jugador tiene una interpretación diferente de lo que ya pasó y lo que puede pasar.
Durante la aventura es muy posible que uno se encuentre con otro personaje muy parecido al que está controlando. Este personaje es alguien real, una persona jugando en otra parte del mundo, que posiblemente esté pasando el juego por primera vez o quizás sea su décima partida.
Encontrarte con otro jugador es increíble, especialmente si es la primera vez que juegas Journey. No hay forma de comunicarse con el jugador, solo con la emisión de pulsos puedes crear una especie de sistema de señas. No puedes ver su usuarios de PSN, no hay ni un mensaje que te diga que alguien ha entrado a tu sesión, simplemente puedes estar caminando y a lo lejos ves esta figura. Automáticamente vas a querer que sea tu amigo y probablemente van a querer estar juntos hasta el final.
Los escenarios del juego son muy variados. El elemento principal es la arena, pero Journey nos lleva por varios paisajes, empezando en la superficie, pasando por lugares subterráneos y terminando en cimas congeladas.
Hay una parte del juego en la que tu personaje se desliza a toda velocidad por un campo de arena, pasando por arcos y estructuras destruidas, mientras extrañas criaturas de tela te acompañan al costado. Esta escena es probablemente una de las mejores escenas que existe en cualquier videojuego. La mezcla de la impresionante música, iluminación y efectos visuales hacen que el juego genere un abanico de emociones en el jugador. Definitivamente valdría pagar por el juego sólo por esta parte.
Hablando un poco de la música, compuesta por Austin Wintory y nominada a un Grammy, es más que una obra maestra. Durante todo el juego la banda sonora acompaña al jugador en este viaje. Desde los momentos de alegría con tonalidades divertidas y rápidas, hasta los tristes con música lenta y pesada. Uno pensará que esto es normal en cualquier juego, pero la verdad es que particularmente en Journey es totalmente diferente. Como no hay muchos efectos de sonido y estás casi siempre solo, incluso estando con otro jugador se siente mucho la desolación, la música es uno de tus acompañantes. Por eso recomiendo – y repito – jugarlo con audífonos o con unos buenos parlante sin nadie o nada que te interrumpa.
Este juego en definitiva es uno de los grandes. No es un Call of Duty donde baleas enemigos, ni un Gears of War donde partes a malos en 2 o un Uncharted donde escapas de explosiones y persecuciones alucinantes. Journey es una experiencia, es el juego que podría jugarlo desde tu mamá hasta tu abuela. No tienes vidas y no puedes perder; la idea es disfrutar el viaje. Es un juego que se siente bien y no solo a nivel de diseño sino también a nivel emocional. Es algo que todas las personas deberían experimentar al menos 1 vez en su vida. Ahora que se encuentra en PS4 ya tenemos más lugares donde jugar y donde disfrutar de esta obra maestra.