Sin mucha publicidad en 2013, el estudio independiente Red Barrels nos introdujo con su primer juego, Outlast, el terror en su máxima expresión. Establecido en una institución mental, la única opción para sobrevivir era correr y ocultarse. Ahora buscan asustarte una vez más en esta secuela tan esperada.
En esta secuela más ambiciosa, ya no estás en un manicomio, mas se repite la misma fórmula: juego en primera persona donde resuelves puzles y evitas a toda costa a los enemigos. Los sustos psicológicos que hicieron exquisita la primera entrega están presentes aquí también, pero en mayor escala.
Outlast 2 tiene como protagonista al periodista Blake Langerman que junto a su esposa Lynn buscan la verdad detrás del asesinato de una joven embarazada. Cuando su helicóptero se estrella misteriosamente en el desierto de Arizona, los dos se separan – obviamente – y es ahí donde empieza todo. La historia es totalmente separada narrativamente de la primera entrega, pero en el mismo universo, por lo que los recién llegados no tienen de qué preocuparse.
Durante la mayor parte del juego estarás evitando a los integrantes de una secta que te quieren muerto y de una manera dolorosa. Arizona te ofrece una gran variedad de ambientes desde un lago hasta una mina, pasando por un bosque y un pueblo que te hace recordar mucho a esas comunas Amish. Si bien estos escenarios son variados, te puedes desorientar y ese es, tal vez, el problema principal: te concentras más en saber dónde estás y dejas de lado la historia, llegando a ser tedioso sobre todo cuando te piden conseguir ciertos ítems.
Como ir a la ofensiva no es una opción, estás totalmente desprotegido y eres sumamente vulnerable, así que si un enemigo te ve, tu supervivencia depende más de lo rápido que corres y lo rápido que puedes esconderte, ya sea en un barril, en un maizal, en un armario o en una cama; cada ambiente te da muchas opciones de escape, pero repite tal vez el problema de la primera entrega, que te preocupa más perder un enemigo que continuar con la trama, y estos momentos de prueba y error pueden disminuir tu tensión.
De nuevo eres tú y tu videocámara, cuál te ayuda a ver en la oscuridad gracias a su visión nocturna y, gracias al “novedoso” micrófono direccional, ahora también puedes determinar el paradero del enemigo incluso a través de paredes u otros objetos. La visión nocturna, de nuevo, es perfecta: ese escalofriante tono verde y esas pérdidas de definición hacen que el miedo y tensión aumenten. Sin embargo, está cámara tiene el mismo problema de la primera entrega que es la velocidad con la que pierde su batería, y esa es otra de las virtudes del juego ya que el miedo de quedarte en la oscuridad casi total aqueja y las pilas son escasas.
Outlast 2 está lleno de escenas de persecución, característica que regresa del juego original, a veces puede ser una mujer poseída con brutal fascinación por tus partes bajas y otras, fanáticos que te cazan en grupo.
Mientras que en el Outlast original los screamers eran el miedo más frecuente, en esta segunda entrega de 10 horas aproximadas se enfatizan los juegos mentales. Otro punto resaltante es el detalle de los ambientes, estos están muy bien elaborados y la sensación de soledad es muy presente, sobre todo en las locaciones abiertas.
Además, algunos de los mejores momentos tienen lugar en flashbacks de la infancia de Blake en una escuela católica de los 90, donde un misterio se va desvelando – misterio que seguramente te dejará más intrigado que la historia principal –. Estas secuencias juegan con tu percepción ya que distorsionan la realidad, ya sea en las paredes u objetos, o causando alucinaciones al personaje, muchas veces tan rápidas que ni siquiera sabes de qué te estás asustando, lo cual también es aterrador.
Estas transiciones entre el presente (rural) y el pasado son tal vez lo más brillante que te puedo ofrecer el juego, como, por ejemplo, un pozo que se transforma en un conducto de ventilación de la escuela; este efecto es fascinante y, combinado con la increíble banda sonora, te hace sentir que estás a punto de sufrir un colapso.
Si bien las partes de miedo son increíbles, es difícil mantener la cohesión de la narrativa, afectando la conexión que tienes con el protagonista y a veces, como con algunos juegos de terror, esos miedos que te parecían espectaculares al comienzo van perdiendo su efecto a lo largo de la historia. Otro punto a favor es la forma en que se tocan los temas religiosos, de manera tan abierta que podrían ser ofensivos para algunos; precisamente, esa osadía a lo explícito es lo que más se aplaude.
Lamentablemente, el juego te deja más preguntas que respuestas. El trabajo de voz para Blake tampoco me pareció muy consistente y muchas cosas son dejadas a la libre interpretación del jugador. Esta ambigüedad podría haber funcionado, pero hace que la conclusión narrativa no satisfaga del todo. A pesar de este traspié, Outlast 2 es un camino intenso que afecta tu cordura y eso es lo que un amante del género quiere.